El cierre de las elecciones en Estados Unidos en unas horas es una buena oportunidad para hacer balance de las campañas comunicativas de Kamala Harris y Donald Trump.
Él mismo muestra una elección entre un candidato que Habló mucho pero dijo poco sobre lo que haría si fuera elegida.y un candidato que tenía mucho más claras sus intenciones pero que hablaba demasiado en el sentido de hacer declaraciones que puedan haber perjudicado sus posibilidades.
La campaña de Kamala Harris se divide en dos etapas, con la Convención del Partido Demócrata como bisagra entre ambas. La primera etapa estuvo dedicada a establecer la candidatura de la vicepresidenta y sentar las bases de su discurso: alegría, libertad y unidad en defensa de la democracia, el aborto y los derechos de los ciudadanos.
El discurso de aceptación de la nominación a la presidencia en la clausura de la Convención marcó el cierre de esta primera etapa en quizás su punto más alto y liderando en las encuestas por una pequeña diferencia en términos porcentuales pero importante simbólicamente –sobre todo teniendo en cuenta que en ese momento había estado haciendo campaña durante menos de dos meses.
Después de la convención, La campaña de Harris pareció detenerse en el tiempo en su aspecto comunicativo. En lugar de utilizar su campaña para articular específicamente en qué consistiría su mandato en caso de ser elegida, su discurso tanto en actos de campaña como en entrevistas en medios de comunicación y redes sociales se centró en gran medida en advertir sobre los peligros de un eventual segundo mandato del expresidente Donald Trump y al afirmar su defensa de la democracia y del derecho al aborto. Tanto es así que si bien Harris enfatizó ser diferente al actual presidente Joe Biden, tuvo dificultades para elaborar en qué consistía esa diferencia en términos de políticas públicas.
El debate con Trump fue un claro ejemplo de esta tendencia comunicativa. Por un lado, Harris tuvo una actuación astuta en cuanto a contenidos y disciplinada en las formas que pretendían minar el discurso de Trump y por tanto mostrarse como una (más) opción presidencial por su respeto a las libertades individuales y a las instituciones de la democracia. . Por otro lado, Harris perdió la oportunidad de utilizar el debate para decirle a los ciudadanos qué haría si fuera elegida. Y aunque el consenso entre analistas y políticos fue que ganó el debate, esta victoria no se reflejó en las encuestas realizadas en las semanas inmediatamente posteriores, sino que, por el contrario, se acortó la distancia con Trump.
La campaña de Donald Trump también se puede dividir en dos etapas desde el punto de vista comunicativo.pero en este caso la bisagra fue la renuncia a la reelección del presidente Joe Biden. La primera etapa estuvo marcada por un discurso más sereno y una mayor disciplina discursiva que las que suelen caracterizar al expresidente.
El plato fuerte de esta primera etapa fue la Convención del Partido Republicano, que contó con la primera aparición pública de Trump tras el atentado contra su vida el sábado previo al inicio del evento. El equipo de campaña se preocupó de mostrarle rodeado de su familia y los discursos sobre él intentaron resaltar su lado más benévolo.
Esta estrategia cambió drásticamente con la renuncia de Biden y su reemplazo por Harris al frente de la fórmula rival. Trump volvió a la modalidad comunicativa que marcó sus campañas de 2016 y 2020, y hubo momentos en los que pareció redoblar sus niveles de asertividad y agresividad.
A diferencia de Harris -que no ha profundizado en el legado de la administración de la que es vicepresidenta ni ha articulado su propia visión si es elegida presidenta-, Trump ha basado su discurso en recordar lo que considera logros fundamentales de su administración presidencial, especialmente en temas vinculados a la economía y la inmigración, y enfatizar cómo haría más de lo mismo en una eventual segunda administración.
Con un 13,5% de los hogares norteamericanos en situación de inseguridad alimentaria –según la última medición del Departamento de Comercio de Estados Unidos– y un 55% de la población deseando una reducción de los niveles actuales de inmigración –según una encuesta Gallup de junio 2024: el discurso del ex presidente ha encontrado una franja del electorado receptivo al mismo.
Pero así como Harris es un candidato que exhibe una notable disciplina comunicativa, Trump no pudo evitar hablar demasiadoespecialmente en los últimos meses, en los que ha compartido expresiones descalificantes sobre su rival y distintos grupos de ciudadanos que resultan impropias de la toma de posesión presidencial, y No ha condenado expresiones de este tipo cuando fueron dichas por miembros de su entorno.
El ejemplo más reciente de esta tendencia a hablar demasiado fue lo ocurrido en el evento que tuvo lugar en el Madison Square Garden el 27 de octubre. Las encuestas realizadas en los días siguientes muestran una disminución en la intención de voto por el expresidente, de pequeño magnitud porcentual pero de alta importancia simbólica debido a lo reñida que estuvo la votación y lo reñida que estuvo la contienda.
En resumen, y utilizando metáforas futbolísticas, comunicacionalmente se ha visto el contraste entre una candidata que exhibió disciplina defensiva y optó por el contraataque pero le costó hilvanar jugadas propias en el último cuarto de campo, y una candidata que constantemente buscaron la portería rival pero con poca disciplina y descuidando el aspecto defensivo – e incluso marcaron goles contra ellos mismos. Dentro de unas horas se desvelará la cuestión de qué estrategia de juego habrá dado mejores resultados en una situación histórica en la que más de 6 de cada 10 estadounidenses dicen que su país va en la dirección equivocada.
