España.-Johnny Depp no es Amadeo Modigliani, pero todo indica que le gustaría serlo (salvo el hecho nunca deseable de una muerte prematura a los 35 años a causa de una tuberculosis).
De momento, y para demostrarlo, queda su segunda película como director tras The Brave (1997) y que San Sebastián tuvo la gentileza de acoger en su programación en un lugar de honor: fuera de concurso, pero con todos los focos puestos en Modi, Tres días en el ala de la locura.
“Sólo se puede admirar la determinación de una persona [el pintor y escultor de los rostros agrecados, por el Greco] que tenía hambre de expresarse sin ningún tipo de compromiso.
«Se mantuvo fiel a sus ideas y a sus convicciones e hizo las cosas a su manera. Eso es admirable en cualquier ser humano», dice el ex actor y ahora director, a modo de preámbulo, cuando se le pregunta cuánto hay del amigo italiano de Brancusi en una estrella de Hollywood como él.
Sea como fuere, de principio a fin, la película puede leerse como una declaración de intenciones o como un intento excesivo de autorretrato. La modestia no parece ser una virtud en la casa de los Depp.
Riccardo Scamarcio interpreta el papel principal en un papel que parece haber sido concebido por, para, con, contra, de, desde… el propio director.
No sólo porque el tipo de actuación, entre exageradamente simple y simplemente extravagante, recuerda a Jack Sparrow o Eduardo Manostijeras, sino también por el propio esfuerzo del personaje por parecer libre, incorruptible y completamente ajeno a los usos y costumbres de la época, de cualquiera de ellas.
Así es, sin duda, como Depp se ve a sí mismo. Pero las similitudes inquietantes e improbables no parecen terminar allí. Justo al final de la película, el eternamente joven Modigliani arrasa con todo, con su trabajo, su pasado y, finalmente, con su propia vida. La sociedad lo empuja a hacerlo.
Y justo en ese momento, después de arrojar la última de sus esculturas al Sena, toma el martillo y el cincel en sus manos y comienza de nuevo.
¿Sientes lo mismo por todo lo que pasó después del juicio?
Llega un momento en la vida en el que hay que dejar ir las cosas. Hay que ser capaz de entender que en la vida hay esto y aquello, y que hay que atravesar ciertos periodos.
Sea lo que sea lo que haya pasado durante estos últimos años, siento que he aprendido mucho sobre las personas y la fuerza de las personas que me entienden, creen en mí y me apoyan.
Al final, ¿cómo puedo arrepentirme de un solo segundo de mi vida, cuando puedo estar sentado aquí hoy, siendo lo que soy?
Amar
– Historia
La película completa se desarrolla en apenas tres días. Son 72 horas sin aliento en las que el artista se debate entre la desesperación por ser reconocido por sus contemporáneos y la angustia.