Nueva York,- El auge de la inteligencia artificial (IA) generativa ha dificultado que el oído humano distinga entre una canción creada por un humano o una máquina, y esta nueva faceta del mundo de la música plantea nuevos desafíos para la industria y da lugar a diversas estrategias comerciales.
La inteligencia artificial lleva años abriéndose paso en los estudios para ayudar a músicos y productores a componer, con herramientas tan conocidas como el «autotune» (utilizado para modificar el tono de voz de un cantante) empleado en canciones icónicas como «Believe» de Cher o «Apeshit» de Jay-Z y Beyoncé.
Pero la IA generativa lleva la intervención de las máquinas al siguiente nivel. Para que funcione, los desarrolladores primero tienen que analizar un vasto conjunto de datos; luego, los desarrolladores introducen esa información en un modelo de aprendizaje donde se entrena a la IA para, por ejemplo, distinguir los aspectos clave del pop o la bachata.
Una vez programados, la IA utiliza estos patrones para generar un tema basado en un fragmento de audio o un mensaje de texto.
Estas funciones son muy útiles para los profesores de música en sus clases, así como para cantantes, músicos y productores que buscan componer algo rápidamente, introducir más pistas a sus canciones o incluso ayudar con sus letras.
Las plantillas gratuitas como Suno y Udio son algunas de las más populares, ya que permiten crear canciones de cualquier estilo, sobre cualquier tema y en varios idiomas.
Los resultados siguen siendo algo simples: cuando se le pide un tema sobre cómo es ser periodista en Nueva York, produce letras como «en la ciudad que nunca duerme, mi pluma busca la verdad» o «cada historia es un nuevo desafío, con mi cuaderno en la mano voy de Brooklyn a Manhattan».
La IA en los tribunales
Uno de los problemas de la IA es que puede replicar casi perfectamente canciones que ya existen, como la canción navideña de Mariah Carey «All I Want For Christmas Is You».
Mientras tanto, los músicos señalan y denuncian que los modelos de IA han sido entrenados con su trabajo, ya que aunque algunas empresas tienen cuidado de entrenar sus modelos solo con datos autorizados, otras utilizan todo lo que pueden conseguir en Internet, señalando que todo lo que sea de acceso público se considera un uso legítimo para este fin.
En enero, más de 200 artistas, entre ellos Billie Eilish, Pearl Jam y Katy Perry, pidieron a las empresas tecnológicas que dejaran de utilizar la IA para “vulnerar y devaluar los derechos de los artistas humanos”.
Bajo esa premisa, la Asociación de la Industria Discográfica de Estados Unidos (RIAA) demandó a Suno y Udio por «infracciones deliberadas de derechos de autor a una escala casi inimaginable» al copiar su música para entrenar su IA.
En las respuestas presentadas el 1 de agosto, tanto Suno como Udio admitieron que sus modelos fueron entrenados con canciones con derechos de autor, pero afirmaron que el entrenamiento era legal.
Según el Financial Times, YouTube ha pedido a las principales discográficas estadounidenses que le permitan entrenar legalmente sus herramientas musicales con inteligencia artificial a cambio de “grandes sumas de dinero”.
El objetivo de la plataforma de vídeo de Google es expandir Dream Track, una función de inteligencia artificial generativa que lanzó el año pasado y que puede producir música al estilo de artistas como Charli XCX, John Legend y T-Pain.
El uso de IA por parte de los cantantes
También ha habido polémicas entre los propios artistas, siendo el ejemplo más sonado este año el del rapero canadiense Drake, que utilizó inteligencia artificial para recrear las voces de Snoop Dogg y del fallecido Tupac Shakur. Tuvo que retirar la canción tras las quejas del propio Snoop Dogg, que no había dado su permiso, así como de la familia de Tupac, que amenazó con recurrir a los tribunales.
La cantante canadiense Grimes adoptó un enfoque muy diferente: invitó a los creadores a utilizar versiones de su voz generadas por IA para hacer nueva música y anunció que dividiría el 50% de las regalías de cualquier canción exitosa generada por IA que use su voz.