El martes 17 de septiembre, en un atentado atribuido a Israel, nueve personas, entre ellas un niño, murieron en Líbano y 2.800 resultaron heridas en el espacio de unos minutos. Al mismo tiempo, explotaron buscapersonas, aparatos de comunicación no conectados a la red telefónica y utilizados por los combatientes del movimiento islamista para evitar ser detectados. La mayoría de las víctimas eran miembros de Hezbolá.
Sophie Guignon, corresponsal de RFI en Beirut, informa de que el ambiente en la sala de urgencias del hospital universitario de Geitaoui es tenso a medida que llegan las ambulancias. “Estamos en constante comunicación con el Ministerio de Sanidad. Hemos estado recibiendo casos críticos desde las explosiones. Estamos llenos, los quirófanos están saturados y las salas de urgencias están sobrecargadas de pacientes en estado crítico”, lamenta Naji Abi Rached, director médico del hospital. Ante la afluencia de heridos, los hospitales de todo el país han hecho llamamientos para conseguir donantes de sangre.
El sector sanitario, que ya había sufrido duramente la crisis que azota al Líbano desde hace años, ha sabido hacer frente a la conmoción. Los médicos y enfermeros respondieron al llamamiento de las autoridades para hacer frente a la llegada repentina y simultánea de casi 3.000 heridos a los servicios de urgencias. La mayoría de los heridos presentaban heridas en el abdomen, las manos y la cara. Doscientos de ellos se encuentran en estado crítico y decenas han perdido la vista.
En la entrada del hospital, Bilal Menhem, alcalde de la ciudad de Sohmor, en el valle de la Bekaa, bastión del Hezbolá, acaba de enterarse de la muerte de su hijo Abbas, de 28 años, que llevaba un buscapersonas. “Vine aquí sin saber si mi hijo estaba muerto o no, pero mi hijo es un héroe que murió como mártir por el Líbano. Murió en apoyo de los oprimidos de Gaza. Es un honor que haya caído como mártir contra los mayores opresores de este mundo”, afirma Bilal Menhem. Bilal, al igual que las autoridades libanesas y el Hezbolá, culpa a Israel de este ataque masivo, en un contexto de creciente tensión en la frontera entre Líbano y el Estado judío.
El Líbano en estado de shock
El pueblo libanés está en estado de shock. Hay una gran conmoción, ira y preocupación por lo que pueda suceder a continuación, especialmente después de que Hezbolá haya acusado a Israel de estar detrás de este ataque sin precedentes y haya prometido tomar represalias, explica nuestro corresponsal en Beirut, Paul Khalifeh.
La magnitud del incidente llevó al gobierno a suspender las clases en escuelas y universidades el miércoles 18 de septiembre y a cerrar las administraciones públicas. Para las autoridades se trata de una “agresión criminal” que equivale a un crimen de guerra y Beirut tiene la intención de presentar una denuncia contra Israel ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
La mayoría de los heridos son miembros del cuerpo militar de Hezbolá, muchos de los cuales están fuera de combate de forma permanente o temporal. Además del número de víctimas, una parte entera del sistema de telecomunicaciones de Hezbolá, el núcleo de la guerra, ha sido comprometida. Este ataque plantea interrogantes sobre la vulnerabilidad de los protocolos de seguridad de Hezbolá y la existencia de lagunas e infiltraciones en el seno del grupo. A pesar de ello, la capacidad militar del partido de Hassan Nasrallah, que cuenta con decenas de miles de combatientes, sigue siendo fuerte y su determinación de luchar contra Israel no parece haber menguado, al menos por el momento. El líder del movimiento tiene previsto hablar el jueves, según ha anunciado Hezbolá.