El aplazamiento a 2026 de la Cumbre de las Américas que debía celebrarse en diciembre en República Dominicana pone sobre la mesa la fragmentación política regional, que según algunos expertos ya es tan evidente que este último paso no contribuirá a exacerbarla.
La Cancillería dominicana tomó este lunes la decisión tras «un cuidadoso análisis de la situación en la región» y tras considerar que las «profundas divergencias» que existen «dificultan actualmente el diálogo productivo en las Américas».
Para Andrés Laguna, consultor senior de la consultora madrileña NITID Corporate Affairs, el aplazamiento «demuestra que los tradicionales foros multilaterales y la diplomacia de grandes bloques están siendo sustituidos paulatinamente por una bilateralidad más pronunciada en las relaciones internacionales, plasmada en las figuras de sus líderes y basada en afinidades y amistades».
El aplazamiento de la cumbre, según EFE, «es un claro indicio de que en este momento no hay países que estén jugando roles mediadores en la búsqueda de consensos amplios», y refleja una región «profundamente polarizada ideológicamente, donde es cada vez más complicado y políticamente costoso para sus líderes establecer espacios de diálogo».
El evento llegó ya tocado a nivel diplomático: República Dominicana no había invitado a Cuba, Nicaragua o Venezuela a «asegurar el desarrollo del foro», y como resultado la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el presidente de Colombia, Gustavo Petro, habían optado por no asistir.
«Las divisiones son tales que haya cumbre o no, en este momento no cambiará nada. Más bien, plantea interrogantes sobre los vínculos entre Estados Unidos y América Latina. Históricamente ha sido un foro muy dirigido por Estados Unidos», añade Kevin Parthenay, copresidente del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC) de la Universidad de SciencesPo, en París.
validación americana
El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, apoyó «plenamente» el aplazamiento y el experto francés sugiere que puede haber habido presiones de Washington para dar tiempo a elecciones clave como las de Chile (segunda vuelta en diciembre) o Colombia (mayo de 2026) «que podrían dar la victoria a la derecha».
«También se puede pensar que (el presidente estadounidense Donald) Trump está tratando de ganar tiempo para que (el venezolano Nicolás) Maduro y Venezuela caigan, y que, cuando caigan, Nicaragua y Cuba se vuelven mucho más frágiles y será un espacio mucho más favorable para ellos», añade Parthenay.
La Cancillería dominicana había afirmado que la decisión de posponer la reunión había sido acordada con sus socios más cercanos, entre ellos Estados Unidos, «el promotor original de este foro, y otros países clave».
Según la consultora de Asuntos Corporativos del NITID, «estamos ante una América de bandos. Por un lado, un frente liderado por Estados Unidos y apoyado por el anfitrión, frente a otro bloque de países que -como señalan análisis independientes- dan signos de erosión democrática y son apoyados en este debate por el Gobierno de Colombia».
En su opinión, la búsqueda de un acercamiento debe partir de la propia América Latina: «Teniendo en cuenta las divergencias políticas actuales y la historia reciente de América, correspondería a otros países de la región promover un espacio de diálogo como lo fue en su momento, por ejemplo, el Grupo de Contadora, que comenzó a promover la paz en Centroamérica en los años 80».
Esto, como resume, «naturalmente requiere voluntad política tanto de Estados Unidos -que ya está entrando en el período electoral con las elecciones intermedias de 2026- como de los gobernantes de las democracias erosionadas del continente».
El copresidente de la OPALC, por su parte, considera «fundamental consolidar las democracias latinoamericanas para que se mantengan el diálogo, la cooperación y el multilateralismo». Pero para desbloquear la situación, concluye, Europa no debería intervenir «porque sus países no deberían interferir en los asuntos políticos de otros Estados». EFE
